MAÑANA
Invócame en el dÃa de la angustia; yo te libraré, y tú me glorificarás.
      ¿Por qué te abates, oh alma mÃa, y por qué te turbas dentro de mÃ? Espera a Dios, porque aún le he de alabar. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios! —  El deseo de los humildes escuchas, oh SEÑOR; tú dispones su corazón y tienes atento tu oÃdo. — Porque tú, oh Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia para con los que te invocan.  Â
     Jacob dijo a su familia . . . levantémonos y subamos a Betel; allà haré un altar a Dios, que me respondió en el dÃa de mi angustia y ha estado conmigo en el camino que he andado. — Bendice, oh alma mÃa, al SEÑOR y no olvides ninguno de sus beneficios. Â
     Amo al SEÑOR, pues ha escuchado mi voz y mis súplicas, porque ha inclinado a mà su oÃdo. Por tanto, le invocaré todos mis dÃas. Me rodearon las ataduras de la muerte; me encontraron las angustias del Seol. En angustia y en dolor me encontraba. Entonces invoqué el nombre del SEÑOR. Â
SAL. 50:15. Sal. 42:11. — Sal. 10:17. — Sal. 86:5. Gn. 35:2, 3. — Sal. 103:2. Sal. 116:1-4.