MAÑANA
Moisés no sabÃa que la piel de su cara resplandecÃa por haber estado hablando con Dios.
     No a nosotros, oh SEÑOR, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria. — Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? — Estimen humildemente a los demás como superiores a ustedes mismos. — RevÃstanse todos de humildad. Â
      [Jesús] fue transfigurado delante de ellos. Su cara resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la luz. — Todos los que estaban sentados en el SanedrÃn, cuando fijaron los ojos en él, vieron su cara como si fuera la cara de un ángel. — Yo les he dado la gloria que tú me has dado. — Todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el EspÃritu del Señor.Â
     Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida. Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y asà alumbra a todos los que están en la casa. Â
EX. 34:29. Sal. 115:1. — Mt. 25:37. — Fil. 2:3. — 1 P. 5:5. Mt. 17:2. — Hch. 6:15. — Jn. 17:22. — 2 Co. 3:18. Mt. 5:14, 15.