MAÑANA
Bienaventurado el hombre que me escucha velando ante mis entradas cada dÃa, guardando los postes de mis puertas.
     He aquÃ, como los ojos de los siervos miran la mano de sus amos, y como los ojos de la sierva miran la mano de su ama, asà nuestros ojos miran al SEÑOR, nuestro Dios, hasta que tenga compasión de nosotros. Â
     Esto será, a través de tus generaciones, el holocausto continuo delante del SEÑOR, a la entrada del tabernáculo de reunión, donde me encontraré con ustedes para hablarte allÃ. — En cualquier lugar donde yo haga recordar mi nombre vendré a ti y te bendeciré.                                 Â
     Donde dos o tres están congregados en mi nombre, allà estoy yo en medio de ellos.
     La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espÃritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que lo adoren. Dios es espÃritu; y es necesario que los que le adoran, lo adoren en espÃritu y en verdad. Â
     Orando en todo tiempo en el EspÃritu con toda oración y ruego. — Oren sin cesar. Â