MAÑANA
El SEÑOR quiso quebrantarlo, y lo hirió.
Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora! Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!. — Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Entonces le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
Hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! — Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. — Porque yo he descendido del cielo no para hacer la voluntad mía sino la voluntad del que me envió. — ¿No he de beber la copa que el Padre me ha dado?
El Padre no me ha dejado solo porque yo hago siempre lo que le agrada a él. — Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. — Mi escogido en quien se complace mi alma.