MAÑANA
Y no entristezcan al EspÃritu Santo de Dios en quien fueron sellados para el dÃa de la redención.
     El amor del EspÃritu. — El Consolador, el EspÃritu Santo — En toda la angustia de ellos, él fue angustiado; y el ángel de su Presencia los salvó. En su amor y en su compasión los redimió. Los alzó y los llevó todos los dÃas de la antigüedad. Pero ellos se rebelaron y entristecieron a su EspÃritu Santo.
     En esto sabemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su EspÃritu. — Habiendo creÃdo en él, fueron sellados con el EspÃritu Santo que habÃa sido prometido, quien es la garantÃa de nuestra herencia para la redención de lo adquirido. — Digo, pues: Anden en el EspÃritu, y asà jamás satisfarán los malos deseos de la carne. Porque la carne desea lo que es contrario al EspÃritu, y el EspÃritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente para que no hagan lo que quisieran. Â
     El EspÃritu nos ayuda en nuestras debilidades. Â