MAÑANA
Participar en sus padecimientos.
     Bástale al discÃpulo ser como su maestro, y al siervo como su señor.
     Despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento. Y como escondimos de él el rostro, lo menospreciamos y no lo estimamos. — En el mundo tendrán aflicción. — Pero ya no son del mundo sino que yo los elegà del mundo; por eso el mundo los aborrece. Â
     Esperé que alguien se compadeciera de mÃ, y no hubo quién. — En mi primera defensa nadie estuvo de mi parte. Más bien, todos me desampararon.
     Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. — Aquà no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la que ha de venir. Â
     Corramos con perseverancia la carrera que tenemos delante de nosotros puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que tenÃa delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.  Â