MAÑANA
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. — Pues no recibieron el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor sino que recibieron el espíritu de adopción como hijos, en el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”. El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. — El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo. — En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. — En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia. — Para mostrar en las edades venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús.
Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros.