MAÑANA
Vuelvan a la sobriedad, como es justo, y no pequen más.
Todos ustedes son hijos de luz e hijos del día. No somos hijos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios.
Ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora la salvación está más cercana de nosotros que cuando creímos. La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz. — Por esta causa, tomen toda la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y, después de haberlo logrado todo, quedar firmes. — Echen de ustedes todas sus transgresiones que han cometido, y adquieran un corazón nuevo y un espíritu nuevo. — Desechando toda suciedad y la maldad que sobreabunda, reciban con mansedumbre la palabra implantada la cual puede salvar sus almas. — Hijitos, permanezcan en él para que, cuando aparezca, tengamos confianza y no nos avergoncemos delante de él en su venida. Si saben que él es justo, sepan también que todo aquel que hace justicia es nacido de él.