MAÑANA
Oh Señor, estoy oprimido; intervén en mi favor.
     A ti, que habitas en los cielos, levanto mis ojos. He aquÃ, como los ojos de los siervos miran la mano de sus amos, y como los ojos de la sierva miran la mano de su ama, asà nuestros ojos miran al SEÑOR, nuestro Dios. — Escucha, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración. Desde el extremo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmaye. Llévame a la roca que es más alta que yo porque tú me has sido refugio y torre fortificada delante del enemigo. Que yo habite en tu tabernáculo para siempre y me refugie al amparo de tus alas. — Porque has sido fortaleza para el pobre, una fortaleza para el necesitado en su aflicción, protección en la tormenta.
     Cristo sufrió por ustedes dejándoles ejemplo para que sigan sus pisadas. Él no cometió pecado, ni fue hallado engaño en su boca. Cuando lo maldecÃan, él no respondÃa con maldición. Cuando padecÃa, no amenazaba sino que se encomendaba al que juzga con justicia. Â