MAÑANA
¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón?
     El SEÑOR miró desde los cielos sobre los hijos del hombre para ver si habÃa algún sensato que buscara a Dios. Pero todos se habÃan desviado; a una se habÃan corrompido. No habÃa quien hiciera el bien; no habÃa ni siquiera uno. — Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Â
     El querer el bien está en mÃ, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero sino, al contrario, el mal que no quiero, eso practico. — Todos nosotros somos como cosa impura, y todas nuestras obras justas son como trapo de inmundicia. Todos nosotros nos hemos marchitado como hojas, y nuestras iniquidades nos han llevado como el viento.  Â
     La Escritura lo encerró todo bajo pecado para que la promesa fuera dada por la fe en Jesucristo a los que creen. — Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones.
     Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.