MAÑANA

¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón?

      El SEÑOR miró desde los cielos sobre los hijos del hombre para ver si había algún sensato que buscara a Dios. Pero todos se habían desviado; a una se habían corrompido. No había quien hiciera el bien; no había ni siquiera uno. — Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.  

      El querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero sino, al contrario, el mal que no quiero, eso practico. — Todos nosotros somos como cosa impura, y todas nuestras obras justas son como trapo de inmundicia. Todos nosotros nos hemos marchitado como hojas, y nuestras iniquidades nos han llevado como el viento.   

      La Escritura lo encerró todo bajo pecado para que la promesa fuera dada por la fe en Jesucristo a los que creen. — Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones.

      Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

PR. 20:9. Sal. 14:2, 3. — Ro. 8:8. Ro. 7:18, 19. — Is. 64:6. Gá. 3:22. — 2 Co. 5:19. 1 Jn. 1:8, 9.

NOCHE

Alzaron los ríos su estruendo.

      El SEÑOR en las alturas es más poderoso que el estruendo de muchas aguas, más que las recias olas del mar. — Oh SEÑOR Dios de los Ejércitos, ¿quién como tú? ¡Poderoso eres, oh SEÑOR! Tu fidelidad te rodea.  Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando sus olas se levantan tú las sosiegas.  

      ¿A mí no me temerán?, dice el SEÑOR. ¿No temblarán delante de mí, que puse la arena como límite del mar, por decreto eterno que no lo podrá traspasar?

      Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán.

      Pedro . . . caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús. Pero al ver el viento fuerte tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! De inmediato Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?  

       El día en que tengo temor yo en ti confío.  

SAL. 93:3. Sal. 93:4. — Sal. 89:8, 9. Jer. 5:22. Is. 43:2. Mt. 14:29-31. Sal. 56:3.

Publicado originalmente en inglés bajo el título Daily Light on the Daily Path por Samuel Bagster and Sons, Ltd., Londres. Salvo otra indicación, las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera Actualizada 2015. © 2015, Editorial Mundo Hispano. Usada con permiso.