MAÑANA
Ustedes saben que él fue manifestado para quitar los pecados y que en él no hay pecado.
     Dios . . . en estos últimos dÃas nos ha hablado por el Hijo. . . Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Y cuando hubo hecho la purificación de nuestros pecados por sà mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. — Al que no conoció pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.  Â
       Condúzcanse en temor todo el tiempo de su peregrinación. Tengan presente que han sido rescatados de su vana manera de vivir. . .  no con cosas corruptibles como oro o plata sino con la sangre preciosa de Cristo como de un cordero sin mancha y sin contaminación. Él, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de ustedes. — El amor de Cristo nos impulsa, considerando esto: que uno murió por todos; por consiguiente, todos murieron.  Y él murió por todos para que los que viven ya no vivan más para sà sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
1 JN. 3:5. He 1:1-3. — 2 Co. 5:21. 1 P. 1:17-20. — 2 Co. 5:14, 15.