MAÑANA
Su brazo izquierdo está debajo de mi cabeza y su derecho me abraza.
Los brazos eternos. — Al ver el viento fuerte tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! De inmediato Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? — Por el SEÑOR son afirmados los pasos del hombre, y él se complacerá en su camino. Si cae, no quedará postrado porque el SEÑOR sostiene su mano.
El amado del SEÑOR habitará confiado cerca de él. Él lo protegerá todo el día, y entre sus hombros morará. — Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes. — El que los toca, toca la niña de su ojo.
No perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, es mayor que todos y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.