MAÑANA
¡Oh, si desgarraras los cielos y descendieras!
¡Escápate, oh amado mío! Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias. — Nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos aguardando la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. — Oh SEÑOR, inclina tus cielos y desciende; toca las montañas y humeen.
Este Jesús, quien fue tomado de ustedes arriba al cielo, vendrá de la misma manera como le han visto ir al cielo. — La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que lo esperan. — Se dirá en aquel día: “¡He aquí, este es nuestro Dios! En él hemos esperado, y él nos salvará: ¡Este es el SEÑOR! En él hemos esperado. ¡Gocémonos y alegrémonos en su salvación!”.
El que da testimonio de estas cosas dice: “¡Sí, vengo pronto!”. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! — La esperanza bienaventurada, la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo.