MAÑANA
Ustedes me serán un reino de sacerdotes y una nación santa.
     Tú . . . nos has redimido para Dios de toda raza, lengua, pueblo y nación. Tú los has constituido en un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra. — Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.
     Ustedes serán llamados sacerdotes del SEÑOR; servidores de nuestro Dios — Serán sacerdotes de Dios y de Cristo. Â
     Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, consideren a Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión. — Asà que, por medio de él, ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza; es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Â
     Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. — Santo es el templo de Dios, el cual son ustedes. Â