MAÑANA
El discÃpulo no es más que su maestro.
     Ustedes me laman Maestro y Señor y dicen bien, porque lo soy.
     Bástale al discÃpulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. — Si a mà me han perseguido, también a ustedes los perseguirán. Si han guardado mi palabra, también guardarán la de ustedes. — Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Â
     Consideren, pues, al que soportó tanta hostilidad de pecadores contra sà mismo, para que no decaiga el ánimo de ustedes ni desmayen. Pues todavÃa no han resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado.  Â
     Corramos con perseverancia la carrera que tenemos delante de nosotros puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que tenÃa delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. — Puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con la misma actitud.