MAÑANA
Y Dios enjugará toda lágrima . . . No habrá más muerte, ni habrá más llanto, . . . porque las primeras cosas ya pasaron.
Destruirá a la muerte para siempre, y el SEÑOR Dios enjugará toda lágrima de todos los rostros. Quitará la afrenta de su pueblo de sobre toda la tierra, porque el SEÑOR ha hablado. — Tu sol no se pondrá jamás ni te será quitada la luna; porque el SEÑOR será luz eterna para ti, y los días de tu duelo se acabarán. — Ningún morador dirá: “Estoy enfermo”. Al pueblo que habite en ella le será perdonada su iniquidad. — Nunca más se oirá en ella la voz del llanto ni la voz del clamor. — Huirán la tristeza y el gemido.
Los redimiré del poder del Seol Los rescataré de la Muerte ¿Dónde está, oh Muerte, tu espina? ¿Dónde está, oh Seol, tu aguijón? La compasión se ha ocultado de mis ojos.
— El último enemigo que será destruido es la muerte. Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria!
Las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas.