MAÑANA
Tú eres mi refugio en el día del mal.
Muchos dicen:“¿Quién nos mostrará el bien?”. Haz brillar sobre nosotros, oh SEÑOR, la luz de tu rostro. — Pero yo cantaré a tu poder y alabaré de mañana tu misericordia; porque fuiste para mí un alto refugio y un amparo en el día de mi angustia.
Yo dije en medio de mi tranquilidad: “No seré movido jamás”. A ti, oh SEÑOR, invocaré; al Señor suplicaré: “¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?”. Escucha, oh SEÑOR, y ten misericordia de mí. SEÑOR, sé tú mi ayudador.
Por un breve momento te dejé, pero con gran compasión te recogeré. Al desbordarse mi ira, escondí de ti mi rostro por un momento; pero con misericordia eterna me compadeceré de ti, dice tu Redentor el SEÑOR. — Su angustia se convertirá en gozo. — Por la noche dura el llanto pero al amanecer vendrá la alegría.