MAÑANA
Pero tú libraste mi vida del hoyo de la destrucción.
      Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en expiación por nuestros pecados. Â
     ¿Qué Dios hay como tú que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No ha guardado para siempre su enojo porque él se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros. Pisoteará nuestras iniquidades y echará nuestros pecados en las profundidades del mar. — Oh SEÑOR, Dios mÃo, a ti clamé y me sanaste. Oh SEÑOR, tú has hecho subir mi alma del Seol; desde la fosa me has vuelto a la vida. — Cuando mi alma desfallecÃa dentro de mà me acordé del SEÑOR; y mi oración llegó hasta ti, a tu santo templo. — Paciente-mente esperé al SEÑOR, y él se inclinó a mà Me hizo subir del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso. Puso mis pies sobre una roca.
IS. 38:17. 1 Jn. 4:9,10. Mi. 7:18, 19. — Sal. 30:2, 3. — Jon. 2:7. — Sal. 40:1, 2.