MAÑANA
Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados con su sangre,
     Las poderosas aguas no pueden apagar el amor. Fuerte como la muerte es el amor. — Nadie tiene mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos. Â
     Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. — En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia. Â
     Ya han sido lavados . . . son santificados . . . han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el EspÃritu de nuestro Dios. — Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Â
     Hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Â
AP. 1:5. Cnt. 8:7, 6. — Jn. 15:13. 1 P. 2:24. — Ef. 1:7. 1 Co. 6:11. — 1 P. 2:9. Ro. 12:1.